Hoy, homenaje para aquellos que confinados entre cuatro paredes empiezan a entender el tango. La vista orientada al suelo. Las manos apretando el pelo. Eternos llantos a lo largo de un día ¿Para qué respirar un aire que no entra en sus pulmones? Un minuto más, una pena más. Luego, varias horas de soledad. Un teléfono que nunca suena y una rosa artificial. Parecen querer morir pero sobreviven. Intentan llorar, inventar un amigo para conversar, pero nunca para dar fe de su sufrir… ¿Pretenden así mantener la cordura?
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.